lunes, 21 de noviembre de 2011

Latinoamérica busca recuperar semillas para preservar seguridad alimentariaLatinoamérica y el Caribe buscan recuperar semillas caídas en desuso como la quínua, el chocho, como se conoce en la región andina el altramuz, la mashua para preservar la seguridad alimentaria en la región. Alrededor de 600 expertos internacionales se reúnen desde hoy y hasta el miércoles en Quito para participar en el VIII Simposio Internacional de Recursos Genéticos de América Latina y El Caribe, donde, entre otros temas, estudian como conservar y utilizar los recursos fitogenéticos (vegetales), pero también de animales para combatir la falta de alimentos. Elcio Guimarães, coordinador de la área de América Latina y del Caribe del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y director del área de investigación de cambio climático y fortalecimiento de capacidades de esta misma organización, destacó la gran biodiversidad que existe en Latinoamérica, pues recordó que de los nueve lugares megadiversos del mundo, siete están en la región. "La diversidad genética que existe acá si la manejamos bien, si la conservamos bien es una fuente sin límites para proveer nuestras familias de alimento", resaltó Guimarães. En este mismo sentido se manifestó el César Tapia, experto del gubernamental Instituto Nacional Autónomo de Investigación Agropecuaria, quien añadió que una de las tácticas es recuperar las semillas tradicionales y los recursos genéticos de la región para preservar la seguridad alimentaria, sin tener que traer productos de fuera. Ahora, dijo Tapia, la mayoría de dietas se basan en lo mismo, arroz, papa y pollo, mientras que las personas, sobre todo en las ciudades, han dejado de consumir alimentos tradicionales y nutritivos como la quinua o la mashua, esta última, "es buena para el cáncer de próstata". Estas semillas, que han caído en desuso, están perdiendo su puesto en el mercado, por lo que cada vez se cultivan menos, pese que son unos productos con alto grado de vitaminas y esenciales para mantener una dieta equilibrada, según Tapia. Asimismo, añadió que estas semillas podrían servir para "satisfacer las necesidades alimentarias de la región con sus propios recursos". Tapia dijo que una de las claves para que no se pierdan ciertos alimentos es conservarlos. El experto del Iniap explicó que hay dos formas de conservar los alimentos, una es "in situ", es decir, donde está el mismo recursos, mientras que la otra es "ex situ", ya sea en bancos genéticos o en las fincas de agricultores. Para Guimarães el punto clave no es la conservación en si, sino cómo se utilizan los recursos genéticos, pues a su juicio el tener una megadiversidad no es símbolo de ser ricos, sino que la riqueza recae en como utilizas los productos. En este sentido, argumentó que en Latinoamérica existe una gran variedad de patatas distintas, por lo que en vez de cultivar o centrarse en una, debería de explotar toda esa diversidad, como ha hecho Perú que tiene un plato diferente con un tipo distinto de este tubérculo, con lo que ha explotado "su turismo gastronómico" Para el experto, esto se podría dar en otros sitios, pues por ejemplo hay semillas que sólo se cultivan en los Andes o frutas amazónicas, que podrían ser exportados, pero también atraer al turismo. Por otro lado, remarcó que ningún país puede ser totalmente independiente, porque necesita del "intercambio de recursos fitogenéticos", pues pese que en un país haya una gran variedad de un producto se verá obligado a importar otros. "Yo puedo tener toda la variedad posible de maíz, de papa, como tienen mucho en Ecuador, pero necesito de la soya, del arroz, de otros recursos fitogenéticos que yo no tengo", precisó. No obstante, Guimarães se mostró reacio a los monocultivos que pueden fracasar porque haya una enfermedad que azote a la cosecha o bien el precio de ese producto baje. "Lo que sale en nuestra reunión va mucho más allá, se trata de cómo nosotros sacamos provecho a esa diversidad que existe sin que esa diversidad pase a ser un monocultivo", señaló. Por eso, aclaró que se persigue ver, por ejemplo, cómo se cultiva toda la diversidad de la patatas y no sólo una o dos variedades. Por eso, la idea de este encuentro que se realiza bianualmente, dijo Guimarães es compartir conocimientos, ver las experiencias distintas, cómo se está conservando la diversidad genética para que "la agricultura se desarrolle y la sociedad en general se desarrolle".

Latinoamérica y el Caribe buscan recuperar semillas caídas en desuso como la quínua, el chocho, como se conoce en la región andina el altramuz, la mashua para preservar la seguridad alimentaria en la región. Alrededor de 600 expertos internacionales se reúnen desde hoy y hasta el miércoles en Quito para participar en el VIII Simposio Internacional de Recursos Genéticos de América Latina y El Caribe, donde, entre otros temas, estudian como conservar y utilizar los recursos fitogenéticos (vegetales), pero también de animales para combatir la falta de alimentos.
Elcio Guimarães, coordinador de la área de América Latina y del Caribe del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y director del área de investigación de cambio climático y fortalecimiento de capacidades de esta misma organización, destacó la gran biodiversidad que existe en Latinoamérica, pues recordó que de los nueve lugares megadiversos del mundo, siete están en la región.
"La diversidad genética que existe acá si la manejamos bien, si la conservamos bien es una fuente sin límites para proveer nuestras familias de alimento", resaltó Guimarães.
En este mismo sentido se manifestó el César Tapia, experto del gubernamental Instituto Nacional Autónomo de Investigación Agropecuaria, quien añadió que una de las tácticas es recuperar las semillas tradicionales y los recursos genéticos de la región para preservar la seguridad alimentaria, sin tener que traer productos de fuera.
Ahora, dijo Tapia, la mayoría de dietas se basan en lo mismo, arroz, papa y pollo, mientras que las personas, sobre todo en las ciudades, han dejado de consumir alimentos tradicionales y nutritivos como la quinua o la mashua, esta última, "es buena para el cáncer de próstata".
Estas semillas, que han caído en desuso, están perdiendo su puesto en el mercado, por lo que cada vez se cultivan menos, pese que son unos productos con alto grado de vitaminas y esenciales para mantener una dieta equilibrada, según Tapia.
Asimismo, añadió que estas semillas podrían servir para "satisfacer las necesidades alimentarias de la región con sus propios recursos".
Tapia dijo que una de las claves para que no se pierdan ciertos alimentos es conservarlos.
El experto del Iniap explicó que hay dos formas de conservar los alimentos, una es "in situ", es decir, donde está el mismo recursos, mientras que la otra es "ex situ", ya sea en bancos genéticos o en las fincas de agricultores.
Para Guimarães el punto clave no es la conservación en si, sino cómo se utilizan los recursos genéticos, pues a su juicio el tener una megadiversidad no es símbolo de ser ricos, sino que la riqueza recae en como utilizas los productos.
En este sentido, argumentó que en Latinoamérica existe una gran variedad de patatas distintas, por lo que en vez de cultivar o centrarse en una, debería de explotar toda esa diversidad, como ha hecho Perú que tiene un plato diferente con un tipo distinto de este tubérculo, con lo que ha explotado "su turismo gastronómico"
Para el experto, esto se podría dar en otros sitios, pues por ejemplo hay semillas que sólo se cultivan en los Andes o frutas amazónicas, que podrían ser exportados, pero también atraer al turismo.
Por otro lado, remarcó que ningún país puede ser totalmente independiente, porque necesita del "intercambio de recursos fitogenéticos", pues pese que en un país haya una gran variedad de un producto se verá obligado a importar otros.
"Yo puedo tener toda la variedad posible de maíz, de papa, como tienen mucho en Ecuador, pero necesito de la soya, del arroz, de otros recursos fitogenéticos que yo no tengo", precisó.
No obstante, Guimarães se mostró reacio a los monocultivos que pueden fracasar porque haya una enfermedad que azote a la cosecha o bien el precio de ese producto baje.
"Lo que sale en nuestra reunión va mucho más allá, se trata de cómo nosotros sacamos provecho a esa diversidad que existe sin que esa diversidad pase a ser un monocultivo", señaló.
Por eso, aclaró que se persigue ver, por ejemplo, cómo se cultiva toda la diversidad de la patatas y no sólo una o dos variedades.
Por eso, la idea de este encuentro que se realiza bianualmente, dijo Guimarães es compartir conocimientos, ver las experiencias distintas, cómo se está conservando la diversidad genética para que "la agricultura se desarrolle y la sociedad en general se desarrolle".

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