Con los regidores que se gasta, al Ayuntamiento de San Cristóbal no le espera nada bueno. La voracidad de esos ediles no puede ser mayor: han decidido, sin siquiera ruborizarse, aumentarse el sueldo a 154 mil pesos, casi el doble de lo que gana el presidente de la República.

Para acometer su hazaña salarial, un verdadero asalto a las finanzas municipales, los señores regidores sancristobalenses no repararon en que ese objetivo sólo era posible, en estos momentos, si se recortaban los recursos destinados a cultura, cuerpo de bomberos y otras importantes áreas de servicios municipales.

Al parecer, esos ediles confunden sus propios bolsillos con las arcas del municipio.

Que se sepa, otros cabildos mucho más grandes y con problemas tan urgentes como los de San Cristóbal no se manejan con semejante voracidad salarial en beneficio de sus ediles, que tampoco son ángeles.

La barbaridad ocurrida en el Ayuntamiento de San Cristóbal es todavía peor si se considera que la función de regidor tiene carácter honorífico.

Cuando nadie osaba mezclar esas labores en asaltos pecuniarios ni en contratas perversas, al puesto de edil sólo llegaban ciudadanos preocupados por servirle honradamente al municipio. Ahora no.