El gobierno de Pakistán, con su presidente Pervez Musharraf a la cabeza, insiste en que los verdaderos asesinos de la ex primera ministro Benazir Bhutto fueron milicianos de Al Qaeda, cuyo representante en el país, Bajtullah Mehsud, desmitió inmediatamente. Luce más fácil culpar a grupo ligado al extremista religioso.

Esa reafirmación constante se parece mucho a lo que le sucedió al Partido Popular en España, que enfatizó tanto con que el grupo ETA era el responsable de los atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid, que al final los españoles le cobraron la mentira y perdió las elecciones frente a los socialistas. Si la muerte de la líder ha llevado al país al borde de una guerra civil, en caso de que no fuere Musharraf, las circunstancias lo condenan. Debió, en su caso, ofrecer una seguridad máxima, sobre todo después de la intentona del 18 de octubre pasado, tras el regreso de la candidata del exilio, y luego de la firma de un acuerdo político con el mandatario. Además, Bhutto escribió un mensaje electrónico en el que lo acusaba directamente, en caso de que algún atentado contra ella tuviera éxito, como fue el caso.

También luce poco creíble que manipulen versiones diversas sobre la muerte. Primero fueron dos balas que le atravesaron la cabeza y el cuerpo, luego un golpe contra el capó del vehículo blindado por la onda expansiva de la explosión. Ahora ofrecen también exhumar el cadaver para “verificar” las causas. Lo anterior cuestiona aún más la postura del gobierno. El objetivo es destruir en lo inmediato el mito que se creará en torno a Bhutto. Tener una mártir, asesinada en la cúspide de su popularidad por sus enemigos políticos, significa una derrota política amplia, algo que el ex golpista luchará por evitar.

La realidad actual es que la desaparición de Bhutto de la vida política pakistaní, ha sido un rudo golpe contra el avance de la democracia en esa conflictiva región y la lucha contra el terrorismo islámico. Ella sabía que sus enemigos harían lo imposible para evitar que volviera al poder, y lo logaron, hundiendo al país en el caos, el miedo y la incertidumbre.