lunes, 24 de marzo de 2008
La Iglesia critica despilfarro de recursos públicos
lunes, marzo 24, 2008 |
Publicado por
Lic. Frank Guerra |
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SANTO DOMINGO.- La Iglesia Católica criticó el Viernes Santo el despilfarro, derroche y mal uso del dinero nacional en la campaña electoral, la falta de honestidad y transparencia, los precios abusivos de los productos de primera necesidad, los bajos salarios de los empleados públicos y privados, así como los salarios de lujo de “políticos despiadados” y la injusticia social.
Al comentar las siete palabras pronunciadas por Jesucristo antes de morir en la cruz, los sacerdotes lamentaron el clientelismo político, la promiscuidad, el egoísmo, la violencia, la delincuencia, el tráfico y consumo de drogas y el deterioro de los servicios básicos.
Los sacerdotes Antonio Marcelino Crisóstomo, de la parroquia San Antonio de Padua, de Guerra; Martín Lenk, rector del seminario Jesuita San Pedro Claver; Tomás Vladymir Pérez, vicario episcopal de la Pastoral Familiar; Fray Arístides Jiménez Richardson, de la Pastoral Penitenciaria; Jorge González González, vicario provincial; Cecilio de los Santos, rector del seminario prefilosofado, y el diácono Meter Garrido, de la iglesia San José de Calazans pronunciaron el Sermón de las Siete Palabras en la Catedral.
Señalaron que la familia dominicana está sumida en una crisis de valores, y que muchos jóvenes con posiciones en el Estado y el sector privado han defraudado a la población.
Criticaron el uso de decenas de millones de pesos en campañas proselitistas, el lanzamiento de dinero y pollos a la gente, la donación de dinero en tarjetas futuristas, el despilfarro de los recursos del Estado y la falta de políticas públicas claras.
También condenaron a los políticos que han injuriado a los obispos y sacerdotes católicos que defienden al pueblo y calificaron como una hemorragia financiera el proyecto barrio seguro.
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
En la primera palabra, el sacerdote Antonio Marcelino Crisóstomo dijo que Dios creó al hombre en estado de inocencia, de integridad, de paz, pero en la era del conocimiento, la información automatizada, se pregunta si los que intervienen como actores en las elecciones conocen de situaciones injustas y dolosas.
Advirtió sobre las consecuencias negativas de usar decenas de millones de pesos mensuales en “publicidad vacía”, que no educa ni orienta, además del impacto que puede causar en la población una campaña cargada de imágenes agresivas y malas palabras. Agregó que esto contribuye con la desarticulación de la familia y a propiciar la violencia.
Deploró lo que calificó como un populismo hueco en el que la mentira y el engaño son utilizados como estrategias políticas.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”
El padre Martín Lenk, al comentar la segunda palabra, criticó lo que definió como el paraíso artificial. “Parece que cada cuatro años nos encontramos en un tiempo más propicio para promesas del paraíso y quizás es la misma necesidad del pobre que permite que crea una y otra vez en esas promesas”, dijo.
Advirtió que hay muchos que quieren construirse su pequeño paraíso, pero que éste puede convertirse en el infierno de los demás, donde le prohíben la entrada a los pobres. Agregó que entiende que el verdadero paraíso nunca puede ser personal sino de todos.
Pidió trabajar juntos para construir un mundo mejor, comenzando con la dignidad del ser humano y la justicia.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”
El sacerdote Tomás Vladymir Pérez, en la tercera palabra, indicó que la mayoría de la población anhela una familia, una sociedad nueva, donde no impere la vileza.
Citó entre los atentados contra la dignidad la transculturación y la pérdida de los valores, el discurso de la modernidad que trae consigo nuevas perversidades para instituciones como el matrimonio y la familia, la difusión del secularismo, el consumismo, la explotación, la inseguridad, el libertinaje y el relativismo moral, así como el debilitamiento de las instituciones y deterioro de la identidad social.
Asimismo, expresó que esto trae la corrupción, el clientelismo político, el populismo y las injusticias que crecen y toman nuevos rostros en el tráfico y consumo de drogas, la violencia, la delincuencia, el agrandamiento de la pobreza, la marginalidad, la carencia y deterioro de los servicios básicos y la falta de políticas públicas claras.
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”
El padre Arístides Jiménez Richardson, en la cuarta palabra, urgió la necesidad de llevar el mensaje a quienes sucumben ante el abandono humano en penitenciarias como La Victoria y la del Kilómetro 15 de Azua, ya que la institución encargada de transformar esa realidad no recibe el presupuesto necesario.
Criticó el despilfarro y mal uso del dinero nacional “en una tribal campaña electoral, en la que se combate por un botín de guerra llamado República Dominicana”.
Advirtió que el pueblo no ha sido abandonado por Dios, pero sí por quienes mantienen un desconcertante empeño en sostener la hemorragia financiera del proyecto “Barrio Seguro”, mientras los agentes que realmente luchan contra el crimen reciben unos salarios de miseria y carecen de los equipos necesarios para preservar sus vidas y la del pueblo.
“Tengo Sed”
En la quinta palabra, el sacerdote Jorge González comparó con el crucificado a las víctimas de la injusticia, de la represión y de la guerra, quienes, a su juicio, han perdido la esperanza de encontrar las indispensables condiciones de vida que reclama su dignidad de personas.
Pidió a Dios que le ayude a lavar las hediondas estructuras sociopolíticas del país con el agua de la honestidad, y que ayude a los jóvenes que incursionan en los campos de la economía, el derecho y la política a tener un corazón sensible a las necesidades del pueblo.
Dijo que la lucha contra la pobreza, además de dar de comer a quien tiene hambre y de capacitar a las personas, también exige cambiar las estructuras sociales injustas.
“Todo está consumado”
El sacerdote Cecilio de los Santos Sánchez, al reflexionar sobre la sexta palabra, dijo que en el ambiente hay muchos hechos consumados, pero inhumanos, entre los que citó los precios abusivos de los artículos de primera necesidad, “mientras parece que nadie dice nada y menos las autoridades a las que el pueblo le dio el poder para que defiendan los intereses de los más necesitados”.
Expresó que hoy está extendida por el mundo la cobardía, la falta de fe y de testimonio que permean a muchos hombres y mujeres que se catalogan como buenos y piadosos.
Se pronunció contra los salarios congelados de empleados públicos y privados, quienes ganan una miseria, mientras “políticos despiadados” tienen salarios de lujo.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
El diácono Peter Garrido, en el comentario de la séptima palabra, dijo que la familia dominicana está sumida en una crisis de valores.
Destacó la vida de tantas mujeres madres, heroínas anónimas, que cada día luchan por llevar adelante a sus hijos, enfrentando incluso la falta de acceso a servicios médicos adecuados y la salud mental de los heridos en el corazón y el cuerpo, víctimas de la violencia intrafamiliar.
Además abogó por los trabajadores que reciben salarios inferiores a los que justamente merecen, las víctimas de las drogas y las vidas de quienes trafican estas sustancias, llevando muerte a tantas familias dominicanas.
Dijo que esta sociedad buena ha sido envenenada con unas ambiciones desmedidas por el poder, el dinero y los placeres de la carne.
Al comentar las siete palabras pronunciadas por Jesucristo antes de morir en la cruz, los sacerdotes lamentaron el clientelismo político, la promiscuidad, el egoísmo, la violencia, la delincuencia, el tráfico y consumo de drogas y el deterioro de los servicios básicos.
Los sacerdotes Antonio Marcelino Crisóstomo, de la parroquia San Antonio de Padua, de Guerra; Martín Lenk, rector del seminario Jesuita San Pedro Claver; Tomás Vladymir Pérez, vicario episcopal de la Pastoral Familiar; Fray Arístides Jiménez Richardson, de la Pastoral Penitenciaria; Jorge González González, vicario provincial; Cecilio de los Santos, rector del seminario prefilosofado, y el diácono Meter Garrido, de la iglesia San José de Calazans pronunciaron el Sermón de las Siete Palabras en la Catedral.
Señalaron que la familia dominicana está sumida en una crisis de valores, y que muchos jóvenes con posiciones en el Estado y el sector privado han defraudado a la población.
Criticaron el uso de decenas de millones de pesos en campañas proselitistas, el lanzamiento de dinero y pollos a la gente, la donación de dinero en tarjetas futuristas, el despilfarro de los recursos del Estado y la falta de políticas públicas claras.
También condenaron a los políticos que han injuriado a los obispos y sacerdotes católicos que defienden al pueblo y calificaron como una hemorragia financiera el proyecto barrio seguro.
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
En la primera palabra, el sacerdote Antonio Marcelino Crisóstomo dijo que Dios creó al hombre en estado de inocencia, de integridad, de paz, pero en la era del conocimiento, la información automatizada, se pregunta si los que intervienen como actores en las elecciones conocen de situaciones injustas y dolosas.
Advirtió sobre las consecuencias negativas de usar decenas de millones de pesos mensuales en “publicidad vacía”, que no educa ni orienta, además del impacto que puede causar en la población una campaña cargada de imágenes agresivas y malas palabras. Agregó que esto contribuye con la desarticulación de la familia y a propiciar la violencia.
Deploró lo que calificó como un populismo hueco en el que la mentira y el engaño son utilizados como estrategias políticas.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”
El padre Martín Lenk, al comentar la segunda palabra, criticó lo que definió como el paraíso artificial. “Parece que cada cuatro años nos encontramos en un tiempo más propicio para promesas del paraíso y quizás es la misma necesidad del pobre que permite que crea una y otra vez en esas promesas”, dijo.
Advirtió que hay muchos que quieren construirse su pequeño paraíso, pero que éste puede convertirse en el infierno de los demás, donde le prohíben la entrada a los pobres. Agregó que entiende que el verdadero paraíso nunca puede ser personal sino de todos.
Pidió trabajar juntos para construir un mundo mejor, comenzando con la dignidad del ser humano y la justicia.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”
El sacerdote Tomás Vladymir Pérez, en la tercera palabra, indicó que la mayoría de la población anhela una familia, una sociedad nueva, donde no impere la vileza.
Citó entre los atentados contra la dignidad la transculturación y la pérdida de los valores, el discurso de la modernidad que trae consigo nuevas perversidades para instituciones como el matrimonio y la familia, la difusión del secularismo, el consumismo, la explotación, la inseguridad, el libertinaje y el relativismo moral, así como el debilitamiento de las instituciones y deterioro de la identidad social.
Asimismo, expresó que esto trae la corrupción, el clientelismo político, el populismo y las injusticias que crecen y toman nuevos rostros en el tráfico y consumo de drogas, la violencia, la delincuencia, el agrandamiento de la pobreza, la marginalidad, la carencia y deterioro de los servicios básicos y la falta de políticas públicas claras.
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”
El padre Arístides Jiménez Richardson, en la cuarta palabra, urgió la necesidad de llevar el mensaje a quienes sucumben ante el abandono humano en penitenciarias como La Victoria y la del Kilómetro 15 de Azua, ya que la institución encargada de transformar esa realidad no recibe el presupuesto necesario.
Criticó el despilfarro y mal uso del dinero nacional “en una tribal campaña electoral, en la que se combate por un botín de guerra llamado República Dominicana”.
Advirtió que el pueblo no ha sido abandonado por Dios, pero sí por quienes mantienen un desconcertante empeño en sostener la hemorragia financiera del proyecto “Barrio Seguro”, mientras los agentes que realmente luchan contra el crimen reciben unos salarios de miseria y carecen de los equipos necesarios para preservar sus vidas y la del pueblo.
“Tengo Sed”
En la quinta palabra, el sacerdote Jorge González comparó con el crucificado a las víctimas de la injusticia, de la represión y de la guerra, quienes, a su juicio, han perdido la esperanza de encontrar las indispensables condiciones de vida que reclama su dignidad de personas.
Pidió a Dios que le ayude a lavar las hediondas estructuras sociopolíticas del país con el agua de la honestidad, y que ayude a los jóvenes que incursionan en los campos de la economía, el derecho y la política a tener un corazón sensible a las necesidades del pueblo.
Dijo que la lucha contra la pobreza, además de dar de comer a quien tiene hambre y de capacitar a las personas, también exige cambiar las estructuras sociales injustas.
“Todo está consumado”
El sacerdote Cecilio de los Santos Sánchez, al reflexionar sobre la sexta palabra, dijo que en el ambiente hay muchos hechos consumados, pero inhumanos, entre los que citó los precios abusivos de los artículos de primera necesidad, “mientras parece que nadie dice nada y menos las autoridades a las que el pueblo le dio el poder para que defiendan los intereses de los más necesitados”.
Expresó que hoy está extendida por el mundo la cobardía, la falta de fe y de testimonio que permean a muchos hombres y mujeres que se catalogan como buenos y piadosos.
Se pronunció contra los salarios congelados de empleados públicos y privados, quienes ganan una miseria, mientras “políticos despiadados” tienen salarios de lujo.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
El diácono Peter Garrido, en el comentario de la séptima palabra, dijo que la familia dominicana está sumida en una crisis de valores.
Destacó la vida de tantas mujeres madres, heroínas anónimas, que cada día luchan por llevar adelante a sus hijos, enfrentando incluso la falta de acceso a servicios médicos adecuados y la salud mental de los heridos en el corazón y el cuerpo, víctimas de la violencia intrafamiliar.
Además abogó por los trabajadores que reciben salarios inferiores a los que justamente merecen, las víctimas de las drogas y las vidas de quienes trafican estas sustancias, llevando muerte a tantas familias dominicanas.
Dijo que esta sociedad buena ha sido envenenada con unas ambiciones desmedidas por el poder, el dinero y los placeres de la carne.
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